Isabel Plá: “La sororidad es un artificio construido desde cierto feminismo de izquierda”

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Isabel Plá: “La sororidad es un artificio construido desde cierto feminismo de izquierda”

La exministra de la Mujer y Equidad de Género sigue en la senda política como columnista y al frente de 'Somos mujeres por Chile', una corporación pa

Manotazos de ahogado
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 Acuerdos de colaboración ¿una tarea pendiente?

La exministra de la Mujer y Equidad de Género sigue en la senda política como columnista y al frente de ‘Somos mujeres por Chile’, una corporación para empoderar a mujeres de centroderecha en el debate de ideas y en el servicio público. Isabel Plá habla del hostigamiento y las amenazas que la llevaron a dejar su cargo tras la crisis social, de las funas en las redes sociales, y dice: ‘Yo no soy una persona que se vaya a poner en una esquina porque tuvo una oleada de odio’.

—Yo nunca me he alejado de la política… Ahora estoy en otro ámbito, en un espacio más opinante y reflexivo.

Pasa el mediodía del primer miércoles de julio, pero en la agenda de Isabel Plá ya hay varias tareas completadas y otras tantas por hacer. Alrededor de las 06:30 había leído la prensa nacional y respondido correos. Una hora después intervino como columnista en el programa ‘Mesa Central’ de Tele13 Radio y analizó con Alfredo Joignant el escenario político en Argentina y España y las declaraciones de Patricio Fernández sobre los 50 años del golpe de Estado. Luego revisó detalles de su consultora Punto Equality (dedicada a la comunicación pública, marca personal y balance de género corporativo) y por la tarde organizará reuniones con integrantes de ‘Somos mujeres por Chile’, una plataforma de centroderecha que busca crear una red de mujeres ‘dispuestas a participar en el debate de ideas y en el servicio público’. Entrada la tarde, revisará ideas (que anota en su libreta) para la columna que publica quincenalmente los domingos en ‘El Mercurio’.

—Creo que la política refleja una dimensión de la sociedad que excede cualquier cargo político… Lo digo con conocimiento. He acompañado a quienes han estado en la primera línea del poder, además yo estuve en ese lugar.

Plá fue ministra de la Mujer y la Equidad de Género por dos años en el segundo gobierno de Sebastián Piñera. Pero dejó su cargo en medio de acusaciones de organizaciones feministas y políticos de oposición sobre su ‘desconexión’ ante las demandas de género durante la crisis social, sorteó funas, enfrentó una interpelación en la Cámara de Diputados y finalmente se habló de un ‘desgaste personal’.

—¿Después de eso no pensó dejar la política?

—Por supuesto. Pero son vocaciones difíciles. No estoy en política activa hoy. Estoy en el mundo de la opinión, tengo mi trabajo, tengo proyectos, pero siempre va a estar latente una carrera que inicié hace muchos años y que me interesa profundamente… Hoy mi carácter es muy distinto al de ese momento. He tenido tres años para reconstruirme, para fortalecerme, para no enganchar con lo tóxico, para meditar sobre esos meses…

—¿Y qué ha concluido?

—Lo que no te mata te fortalece, hay una lección ahí.

La luz pálida del mediodía ilumina su departamento. Isabel Plá da una bocanada a su cigarro y de inmediato agrega:

—Uno no tiene que dejar destruirse.

Cuando Piñera la llamó un fin de semana del verano de 2018 para que asumiera el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, Isabel Plá (relacionadora pública, 59 años, nacida en Quillota) se emocionó, pero no se sorprendió. Llevaba más de dos décadas en la política activa y ‘había pasado por todos los espacios’. Partió en los 90 como militante de RN. Fue asesora de María Angélica Cristi y se cambió a la UDI. Fue concejala en Peñalolén, vicepresidenta del partido y coordinadora en la Segpres durante el primer gobierno de Sebastián Piñera.

Pero la ministra que en los primeros meses de su gestión fue la mejor evaluada del gabinete con un 70% de aprobación, según la encuesta Cadem, renunció a su cargo en marzo de 2020. Isabel Plá estuvo exactamente dos años en su oficina de calle Catedral.

Aunque sorteó bien las demandas feministas de 2018, las críticas comenzaron a aparecer en marzo de 2019, cuando fue cuestionada por sus dichos de la marcha del Día Internacional de la Mujer, específicamente por sus críticas a la convocatoria a una ‘huelga nacional feminista’. Meses después, nuevamente fue atacada por diferentes organizaciones por su rol frente a las denuncias de abusos contra mujeres en el estallido. Comenzaron las protestas frente al ministerio y durante una entrevista en los estudios de una radio un grupo llegó a hostigarla y debió ser escoltada por FF.EE. de Carabineros.

—Era difícil llegar todos los días a trabajar y ver cuadras y cuadras con carteles en las murallas con mi cara con un balazo en la cabeza. Por muy fuerte que seas y por mucho carácter que tengas, te rompe el alma. Lo sientes como una amenaza permanente.

El 3 de marzo de 2020 fue interpelada por la diputada frenteamplista Camila Rojas, y diez días después, tras largas conversaciones con su marido y su círculo cercano, presentó su renuncia en La Moneda. Tras su reunión con Piñera, dijo: ‘Dimos pasos sustantivos muy importantes para acortar brechas: promulgamos cuatro nuevas leyes y estamos seguras de que más temprano que tarde esos cambios que ya están en marcha van a incidir en la calidad de vida de las chilenas’.

Hoy recuerda su período ministerial con sentimientos encontrados.

—Creamos una agenda mujer muy transversal y que se impulsó durante los cuatro años del gobierno del presidente Piñera. Yo siempre trataba de estar muy presente en el espacio público, porque los temas de la mujer hay que ponerlos en la mesa siempre…

Pero luego vino esa campaña de odio que construyó un sector de la izquierda contra varias personas del gobierno, pero contra mí hubo una red de infamia más agresiva.

—¿Cómo enfrentó todo esto?

—Uno siempre cree que es fuerte, que se las sabe y que asume la rudeza de la política. Pero yo siempre había reservado un espacio de fragilidad en mi corazón que quería conservar porque me conecta con la humanidad. Cuando me di cuenta de que el odio se estaba convirtiendo en una muralla de cancelación contra mi persona como ministra, asumí que sería imposible mover la agenda y empecé a meditar mi renuncia.

Isabel Plá piensa unos segundos y comenta:

—Pero cuando el odio tocó a mi familia, me dije: No tengo derecho a hacerles esto a ellos, a mis amores, a mi sangre. Esa fue mi frontera…

—¿Costó comunicarle su decisión al Presidente?

—Lo conversamos antes. Entendió mis razones. Yo no daba más con esta campaña de odio… Esos meses para mí fueron momentos muy rudos. Dormía dos, tres horas. Por primera vez sentí una emoción que nunca pensé que podía alcanzar esos niveles: el miedo. Después me reproché por haberme permitido el miedo.

—¿Por qué reprocharse una emoción?

—Había aprendido que la política es ruda, que es una cuestión de control. Hay palabras que había escuchado siempre: el coraje, la valentía, la fortaleza, el carácter. Entonces, cuando te formas así, creo no tengo derecho a sentir miedo ni pena.

—Hoy no hace un mea culpa por haber escuchado esas demandas.

—A ver, desde el día siguiente del estallido empezamos a trabajar en el ministerio este tema. No hubo organizaciones que no escucháramos. Trajimos un especialista de ONU Mujeres que trabaja en zonas de conflictos, viajé por Chile, nos reunimos con el INDH… pero fue insuficiente, fue como si no existieran. Pero tengo dos mea culpa. Uno fue no haber comunicado más fuerte lo que hacíamos, aunque con lo que ocurría alrededor era difícil que nos escucharan. La otra, no haber emprendido acciones legales contra quienes me amenazaron.

Isabel Cecilia Plá Jarufe es la mayor de cuatro hermanos, de un matrimonio de inmigrantes: Ramón Plá, su padre, era inmigrante español y su madre, Joan Jarufe, era descendiente de palestinos. Aunque su complicidad era con su padre, las figuras de su madre y de sus abuelas, Isabel y Cecilia (la paterna y la materna, respectivamente), dice que la marcaron.

—La abuela Cecilia tenía una avícola, un criadero de pollos y trabajaba mano a mano con su marido, con el abuelo Ramón. La abuelita Isabel la conocí también, levantándose, escuchando la radio Portales todos los días y haciéndose cargo de su negocio. Con mi mamá, que era muy reservada, tuve un vínculo tardío pero muy fuerte. Siempre recuerdo una frase de Sor Teresa de Calcuta que alguna vez me dijo: ‘La vida es un deber y hay que cumplirlo’. Cuando yo me he enfrentado a situaciones duras, siempre vuelvo a esa frase.

Plá está casada con Felipe Olivares y el próximo mes cumplirán 27 años de matrimonio.

—No fueron padres. ¿Hay un cuestionamiento personal con eso?

—Nos casamos con muchas ganas de formar familia y no se pudo. Lo intentamos durante 7 u 8 años. Y bueno, seguimos adelante y aprendimos a ser felices.

—Pero las nuevas generaciones hablan de ser madre como opción.

—Cuando yo estaba en la edad de que todas estaban teniendo familia, la gente me preguntaba mucho, ¿cuándo vas a tener guagua? Ya mayor me preguntaban si yo tenía hijos, yo decía que no. Inmediatamente decían: ‘Es una opción’ y a mí eso me violentaba mucho… En el fondo en nuestro país te hacen sentir como que ser mujer y ser madre es un sinónimo. En cambio, el ser hombre no era igual ser padre.

Mientras habla, Isabel Plá juega con unos apuntes que tiene sobre la mesa: los escribió antes de la entrevista para ordenar sus ideas. Ahora los revisa para hablar de las funas y las críticas que ha recibido en las redes sociales.

—Lo que pasa es que hoy día la infamia corre muy rápido con las redes sociales. El odio se convierte en trending topic (TT) muy rápidamente y veo que se ha convertido en una herramienta muy poderosa en la política… Yo he sido varias veces TT en los últimos años, 12 años, entonces uno aprende también a mirarlo cuando no te toque tu corazón… Yo tengo la posibilidad de entrar y salir, puedo leer lo que está pasando y solo interactuar cuando me parezca importante.

—Hace unas semanas fue TT porque compartió un video de una muchacha que bailaba en lencería y que fue la encargada de Comunicación de Democracia Viva…

—Lo que hice fue compartir un video que encontré en Twitter y había muchas personas compartiéndolo. Además era un video de TikTok que había tenido miles de visualizaciones… Lo bajé uno o dos días después. Entre otras cosas, por la oleada de odio. Pero no es ni la primera, y estoy segura, que no será la última vez que recibiré ese tipo respuestas. Aunque yo no soy una persona que se vaya a poner en una esquina porque tuvo una oleada de odio.

—¿No cree que ese odio también lo recibió ella?

—Cada uno se tiene que hacer cargo de las decisiones, de las cosas que publica. Ella publicó ese video y otros empezaron a compartirlo antes que yo.

—Pero usted agregó un comentario.

—Claro, lo que dije es ‘cómo se ríen de Chile’. Lo que quería era reafirmar que había una fundación que aparentemente, en esto seré muy cuidadosa, porque se está investigando y eventualmente puede tratarse de fraude en cuanto a la constitución de una entidad con personalidad jurídica para defraudar al fisco.

—Lo que se criticó es que usted como exministra de la Mujer y Equidad de Género expusiera a otra mujer…

—Mira, hay dos cosas ahí que te voy a plantear. No era un video privado, ¿de acuerdo? En segundo lugar, yo fui ministra de la Mujer, soy mujer, pero yo no expreso mis opiniones y mis visiones considerando si las personas a las que estoy confrontando son mujeres o son hombres. Para mí, hombres y mujeres tenemos que participar en la vida pública en igualdad de condiciones. No me inhibo de criticar ni a un hombre, ni de criticar a una mujer. Es una mirada equivocada de la causa por la igualdad de derechos de las mujeres.

—¿No cree en la sororidad?

—Creo que la sororidad es un artificio construido desde cierto feminismo de izquierda, un feminismo que lo que pretende es actuar en la vida política, autoprotegerse. La única sororidad que yo he visto en Chile es la sororidad que tienen las mujeres de izquierda con las mujeres de izquierda, porque cuando se trata de mujeres que tienen visiones diferentes, las impulsoras de la sororidad lo primero que hacen es tirarse sobre ellas. Pero yo no pretendo, por ser mujer, ser protegida de alguna manera por otras mujeres.

—Si para usted la sororidad es un artificio que existe entre las mujeres de izquierda, entonces no existiría entre las mujeres de derecha.

—Nosotras lo llamamos de otra manera. Lo llamamos lealtad, cuidarnos entre nosotras. Cuando han habido mujeres de mi sector, de mi visión política, que han tomado decisiones que yo no comparto, no he tenido ninguna duda en plantearles mis críticas… Y no una, sino muchas veces, también he salido a expresar mi opinión cuando atacan a mujeres que son de izquierda y la razón de ese odio me parece que es injusta.

—¿Usted se considera feminista?

—Yo me considero una feminista en el aspecto más esencial del feminismo. Quiero igualdad de derechos, de deberes, de condiciones, de oportunidades entre hombres y mujeres. Porque en la Constitución vigente, las personas somos iguales ante la ley. Pero hay que sacarlo realmente del papel.

El 7 de noviembre de 2020 se presentó oficialmente ‘Somos mujeres por Chile’, una corporación que preside Plá (quien también fue su creadora) y que busca consolidar una red de dirigentas que adhieren a las ideas de la centroderecha para participar del debate público y contribuir un semillero de vocaciones políticas.

—¿Cómo surgió esa idea?

—Mientras era ministra me daba cuenta de que las mujeres que compartían una visión de sociedad distinta a la mía estaban muy organizadas y muy articuladas y yo sentía que las mujeres que tenían la visión mía estaban dispersas, desarticuladas, y me pareció que había un espacio que había que llenar en nuestro sector. Cuando yo hablo de sector, hablo no tanto de partidos políticos, sino que hablo de quienes compartimos una visión de sociedad.

—¿Qué opina del momento político actual?

—Lo que le está pasando al gobierno, en el fondo, a toda esta nueva generación de la izquierda, tiene que ser una lección para todos los sectores. La política es la disputa por las ideas, no puede ser una cruzada moral… Esta generación de izquierda, que se ha estrellado contra lo que ellos mismos se plantearon. En un principio su cruzada moral era enfrentar a la Concertación, a esa política de los 30 años que despreciaron, pero que ahora han valorizado, porque lo está viviendo desde sus propios zapatos.

—En una columna usted comentó que en los cambios de gabinete por lo general salían mujeres, pero hoy una de la figuras más empoderadas es Carolina Tohá.

—Me parece que hubo un cambio que fue brutal… Cuando uno analiza su figura, hay un contraste muy grande con la exministra Siches. Lo que proyecta Tohá es mucha seguridad y con mucho manejo político. Tú puedes estar de acuerdo o no con lo que dice, con las decisiones que toma, pero lo que no puedes cuestionar es que ella ejerce su posición de liderazgo en plenitud.

—¿Cuál es su mirada del trabajo de la ministra de la Mujer y Equidad de Género?

—Lamento que la ministra Orellana nunca haya perdido una oportunidad de desacreditar el trabajo que han hecho sus antecesoras. Básicamente a Mónica Zalaquett y a mí. Por lo mismo, yo no voy a hacer eso con ella, porque creo que cada gobierno define sus prioridades en la agenda de mujer o en la agenda de género, de acuerdo a su visión… Pero lamento que ella siempre está desacreditando no solo al gobierno anterior, sino que lo que se hizo en todos los gobiernos hasta ahora… Porque hay que ser justos: todos los gobiernos han dado pasos importantes en esta materia. Piensa lo que era Chile en el año 90 respecto a la condición de la mujer a lo que es hoy día.

—¿Le hubiese gustado estar en el comité político como la actual ministra?

—Me pareció una muy buena idea que el Ministerio de la Mujer esté en el comité político, porque impulsar cambios en ese sentido tiene que ver con convocar voluntades políticas, con impregnar el corazón de ese gobierno de esas voluntades políticas. Ahora yo creo que hay prioridades en Chile que no sé si se están abordando.

—¿Y para usted qué es prioritario?

—Autonomía económica, ingreso propio. Eso significa hacer todo lo posible por frenar el desempleo de las mujeres, por multiplicar las oportunidades, por destrabar el empleo y una de las trabas para el empleo de las mujeres es esa discriminación establecida en el Código del Trabajo. Y creo también terminar con la sociedad conyugal. A mi juicio es la más simbólica hoy día de las que existen en el Código Civil y tiene un efecto económico bien potente, especialmente para las mujeres que están emprendiendo y que están buscando la oportunidad de financiamiento de los bancos. Ahí lo primero que le preguntan es si está casada en sociedad conyugal y no tiene poder sobre la administración de los bienes a pesar de que ella forma parte de esa sociedad conyugal.